Vete a comprar la leche. (I)

Yo buscaba entre los estantes abarrotados con aire profesional. Trataba de fingir que sabía dónde (pero dónde, ¿¿dónde??) estaba la leche. Lazaba miradas que pretendían ser despreocupadas a la lista de papel arrugado. Leche semidesnatada, dos cartones. Pues vale. 
Y entonces, al fondo del pasillo, mi salvación. Con paso firme me dirigí hacia los gigantescos packs de tetrabricks que se alzaban, majestuosos, sobre el palé de madera. No puedo negarlo, sentí miedo

Al natural

Y cuando ves a todas esas, que con sus estúpidas pecas dibujadas, uñas de plástico y sonrisa de cartón no pueden atisbar un pellizco de luz áurea, cegadas como están bajo las espesas sombras de alquitrán del rímel... Obsérvalas con cuidado, y apreciarás lo falso del rubor de sus mejillas, lo artificial de su mirada. Si te conformas con la primera imagen, con esa ilusión creada a fuerza de laca, polvos y cremas... entonces estás perdida, amiga. No permitas que te encierren a ti también en su prisión de maquillaje, no les dejes que te quiten lo más preciado, la libertad, la confianza... Que no hagan que tú, única; pases a ser ella, otra